miércoles, 30 de enero de 2013

El peligro de contar una sola historia


 Cuando quiero acercarme o investigar sobre cualquier tema, siempre busco distintas versiones, a poder ser, una teoría crítica, que cuestione la versión hegemónica, que siempre intentará hacerle el juego al sistema, seguir reproduciendo la norma, no levantar ampollas, no ser transparente, ni arriesgar. La Historia hegemónica, la Historia "tal cual", es siempre la historia del poder, de los poderosos, y está construida mediante reproducciones de lo escrito anteriormente, mitos que se repiten, estereotipos que no se rompen, prejuicios que no se trabajan, y que siempre tienen un alcance y difusión peligroso, lo suficiente para que no solo sean los autores de estos vicios quienes pequen de ellos, sino que detrás vayamos todos los demás. De ahí que sembrar un espíritu crítico sea tan importante, para saber cuestionar todo lo que se nos cuenta, que en la mayoría de los casos, está en manos perversas, y si no son perversas, son meras reproductoras inocentes del discurso que va detrás de la norma. Lo más cómodo siempre. Además, ya hay controles (mediáticos, legales, control social, etc.) que se encargan de censurar de una manera u otra todo lo que suponga una amenaza al orden social jerárquico y desigual. Que no haya escapes en el sistema.La historia está escrita  y protagonizada por hombres blancos. ¡Y eso que estamos millones en el mundo! millones de personas de millones de formas: mujeres, negras, negros, judíos, países pobres… mil minorías políticas que no solo quedan al margen de este discurso, sino que en la mayoría de ocasiones también se victimizan, tratan con paternalismo, o infantilizan (en el caso de las mujeres). Si preguntamos en la puerta de un museo a cualquiera de los que salgan de su visita “¿Sabrías decirme el nombre de tres mujeres artistas?” la respuesta será desesperanzadora (la prueba está en el documental: Women Art Revolution), ¿y eso por qué es? ¿tan poco creativas hemos sido siempre? ¿o es porque antes no se permitía ejercer ninguna profesión creativa, el techo de cristal, la educación de las mujeres, y todos esos juegos del patriarcado?, en parte sí, pero otra parte, además de la historia que de verdad ocurrió, con sus vicios y sus virtudes (cierto es que el número de artistas femeninas era mucho más pequeño), por otro lado, la culpa de ese desconocimiento de artistas femeninas por parte de cualquier ciudadano/a (a no ser que seas un especialista en Arte), esa culpa la tiene esa Historia escrita por hombres blancos. Que da visibilidad a las grandes obras realizadas por hombres blancos y escribe sobre ellas, y deja a tantas otras realidades, artistas y obras al margen. El canon pertenece a quien pertenece el canon. La palabra “genio”, no tiene femenino. Todo esto si hablamos de arte, pero la invisibilidad no acaba en este terreno porque la Historia de las mujeres, siempre es otra historia. En el arte, la literatura... en cualquier disciplina.
He elegido un documental para ilustrar este post sobre los peligros de contar una sola historia. Se trata de Tapologo, que cuenta la historia de un grupo de mujeres sudafricanas que han aprendido a organizarse para combatir el virus del VIH. Freedom Park es el perfecto subproducto de la globalización; un asentamiento ilegal de chabolas junto a las minas de platino que hacen de la zona una de las más ricas del país. El virus afecta a más de la mitad de la población del asentamiento y es que la vida de la mujer allí gira en torno al mísero salario del minero. Con él, se paga una esposa, una trabajadora sexual que se encarga de cocinar y limpiar. Tapologo es la red mediante la cual estas mujeres, con la ayuda de poco más que un médico y un obispo, han conseguido empoderarse en una comunidad en la que el VIH era un fuerte estigma social. Han convencido a una comunidad que las rechazaba hasta convertirse en referentes de lucha, convirtiendo su vida como enfermas en una vida digna. El documental ayuda a contextualizar de nuevo el VIH, una enfermedad fuertemente estigmatizada y siempre asociada a la comunidad homosexual por norma. Las enfermas aquí son mujeres, mujeres africanas. También nos ayuda a pensar en la política sexual de la iglesia católica y lo absurdo de su discurso en un lugar donde el virus adquiere el estatus de pandemia. El uso del medio audiovisual que hacen las directoras huye del sensacionalismo y la espectacularidad en la que es tan fácil de caer tratando temas como la pobreza, la enfermedad y la muerte. La mujer africana no se nos muestra como víctima desasistida y necesitada, sino capaz y activa, responsable de su propio cambio. Del mismo modo, África no se nos presenta como un total necesitado y exótico. Ver lo sencillo de la organización de estas mujeres puede, a su vez, hacernos repensar en el modo de ayudar a los países necesitados. Lejos de la idea de ayuda paternalista que llevamos décadas practicando.


Tapologo from medicinaub on Vimeo.


Isabel B.


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